lunes, 9 de julio de 2007

El nuevo trabajo de Blair: reflexiones sobre la contradictoria paz

 

 

Las noticias internacionales de AFP, REUTERS, DPA, THE INDEPENDENT, han destacado que Tony Blair, desde el mismo día que dejó el cargo de primer ministro en 10 Downing Street, tiene un nuevo trabajo.  Lo que llamó mi atención es que fue nombrado oficialmente en representación del Cuarteto, término con que se conoce el grupo conformado por la Unión Europea, Estados Unidos, Rusia y las Naciones Unidas. 

 

El Cuarteto fue creado en el 2002 para buscar una salida al eterno conflicto entre israelíes y palestinos. Pero como el asunto no me sonaba a música, he reflexionado sobre cómo fue que el resto de los países del mundo terminamos “nombrando” a Tony Blair como el nuevo designado para hallar la paz en el Medio Oriente. ¿Acaso no había otro mejor para el cargo en todo el planeta?  ¿Cuándo es que fuimos consultados?

 

Pero claro, las Naciones Unidas supuestamente nos representa a todos. Pero si el asunto fuera  tan inocente, incluso debería compartir el entusiasmo de la portavoz de la ONU, Michelle Montas, cuando anunció:  “Como representante (del cuarteto) Tony Blair le dará continuidad e intensidad..., dentro del marco de los esfuerzos del Cuarteto para lograr el fin del conflicto conforme a la Hoja de Ruta”.  Pero los años nos han permitido saber cómo debemos –a estas alturas- leer lo que nos digan Rusia y Estados Unidos sobre el Medio Oriente. La Unión Europea es más rebuscada, pero tras escarbar un poco más, también sabemos que siempre se deja seducir con lo mismo. No obstante, la ONU es el más importante organismo internacional que nos queda para dirimir conflictos y continúa teniendo adeptos, pues hay miles de millones de personas que tienen que seguir creyendo en alguna forma de paz y orden mundial.    

 

Pero dejemos la incredulidad a un lado. Los cables noticiosos destacaron por estos días que Blair va a proponer grandes novedades, resumo:  dos estados,  un acuerdo y un consenso.  Tan sencilla parece la tarea que hasta el más insulso y desinformado habitante del planeta lo puede comprender.  Pero sigo sin entender cómo fue que Panamá, es decir, tú y yo y el resto de los latinoamericanos, africanos y asiáticos terminamos nombrando precisamente a Blair para una tarea así.    

 

Hace tiempo, desde luego antes del fatídico 11 de septiembre cuando el terrorismo se incrustó en nuestras mentes, entre la mayoría de los occidentales circulaba la certidumbre que durante el siglo pasado se habían producido cambios tecnológicos que constituían colosales pasos hacia la configuración de una civilización mundial avanzada que prometía mucha prosperidad, y tras el derrumbe de la mayoría de los totalitarismos a finales del siglo XX, mucha crítica aburrida, indigesta y a menudo perezosa corrió a aplaudir el final de las dictaduras y le atribuyó a los norteamericanos y a los europeos haber creado las condiciones para una paz mundial duradera.  Lo que olvidaron decirnos es que esto nos los prometieron al calor de nuevas utopías.  

 

Pero la confianza en la peligrosa paz “blairiana” es la moderna maniobra que nos cuela la ONU   que nos hará creer otras mentiras envueltas en crudas verdades. Ya que lo que realmente tendrá que hacer Blair será sencillamente seguir disfrazando lo que ha dicho Israel (que entre líos de faldas siempre tiene tiempo para una guerra con los palestinos) quien precisó que considerará al nuevo interlocutor para la paz para el nuevo Gobierno palestino “sólo si se excluye a Hamás”. 

 

La dificultad radica en que este grupo islámico había conquistado todos los cargos políticos en el Parlamento Palestino mediante elecciones democráticas como lo venían exigiendo las fuerzas occidentales y la propia ONU.  Pero Israel ha exigido que se tendrá que sacar del poder a Hamás. Occidente se niega a reconocer que los palestinos se radicalizan.  Y el ex primer ministro británico deberá lograr lo que no pudo su antecesor, el ex presidente del Banco Mundial James Wolfesohn, quien ocupó el cargo hasta abril del 2006 y lo abandonó tras la victoria electoral del movimiento radical islámico Hamás en los territorios palestinos.  Pero, no es eso lo que al calor de las nuevas utopías nos viene diciendo la ONU, que debemos respetar lo que los pueblos decidan en las urnas.  ¿No es así como funciona la democracia?  Pues si no, tendrán que explicármelo otra vez. 

 

Los palestinos están muy divididos tras años de guerra, radicalizados por el feroz embargo de EE. UU, cansados de las mentiras diplomáticas y, sobre todo, por las peligrosa paz que impone un organismo internacional que atemoriza al resto del planeta cuando “orwelianamente” miente.  La realidad que deberá enfrentar Blair es muy peligrosa y desconcertante pues Al Fatah, el grupo palestino que no gobierna, sino mediante decretos y a la sombra del Cuarteto, procura ahora  atrincherarse en Cisjordania y  los radicales de Hamás se fortalecen en la Franja de Gaza.  Por su parte la ONU ha prometido “ayuda humanitaria”,  pero han sonado las alarmas mundiales.