miércoles, 6 de diciembre de 2006

América Latina insubordinada

ES OBSESIVA la preocupación de políticos y analistas sobre lo que puede ocurrir en Latinoamérica con el surgimiento de nuevos gobiernos populistas, de izquierda o simplemente "no-subordinados" a las furiosas recetas económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI). Lo curioso es que hasta los izquierdistas de antaño (hoy "institucionalizados" en las redes del poder tradicional), se muestran también desconcertados pues no se han percatado que, incluso ellos, se alienaron al sistema y que hace tiempo abandonaron a las masas a su suerte.
Es cierto que el fenómeno tiene variados matices, que el grado de desarrollo entre las naciones, Chile y Bolivia por ejemplo, no son equiparables, que la definiciones de izquierda o populista no calzan a la medida para ninguno de los dirigentes y que los modelos económicos no se aplican por igual en cada país. Sin embargo, para comprender los motivos por los cuales los latinoamericanos votan a Correa en Ecuador, a Chávez en Venezuela, a Bachelet en Chile, a Tabaré Vásquez en Uruguay, a Kitchener en Argentina, a Lula en Brasil, a Ortega en Nicaragua a Evo en Bolivia y, más absurdo aún, por qué hay dos presidentes en México (uno "legítimo" y el otro en la calle), se requiere analizar el mapa político latinoamericano desde abajo y mirando desde allí y hacia allí. No hacerlo es confundir las cosas.
La escenografía de los procesos electorales en la región es casi siempre la misma: candidatos nuevos o "reciclados", pero con el verbo encendido y "airados" contra la globalización y sus resultados. Por otro lado, grandes multitudes apoyándolos en la calle y que se movilizaron desde la periferia de las ciudades, los latifundios y las zonas indígenas, pero que han aprendido el español y leen de otra manera la palabra "desigualdad" y la traducen "explotación". Son símbolos que tienen sentido y mensaje para la masas agraviadas e irritadas al extremo con un sistema que los ha olvidado.
Hay quienes piensan que esto es políticamente incorrecto y que se trata de un "slogan" electoral. Juan José Toribio, ex director ejecutivo del FMI, en su libro "Globalización, Desarrollo y Pobreza", propone que para salir del subdesarrollo es necesario "más globalización". Alega que la pobreza ha persistido porque los gobiernos "son corruptos" y que aplican políticas económicas "contrarias a la idea del libre mercado".
El analista financiero David Saied, "El por qué de la izquierda" (La Prensa, 29
11/06) afirma, en este mismo sentido, que "La reacción anti-mercado no es tal, el pueblo está reaccionando a siglos de mercantilismo y feudalismo, a siglos de oligopolios, nacionales y transnacionales". Agrega que en nuestros países, con la excepción de Chile, nunca ha existido un modelo económico de mercado y -acusa de esta situación a un "puñado de familias" que -en la región- controla la propiedad y "carteliza" los mercados en alianza cómplice con gremios corrompidos. Tales tópicos económicos cobran vigencia entre los analistas que ante lo que está ocurriendo buscan culpabilizar a los políticos y no al modelo económico. Pero no todos coinciden.
El premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, ha dicho que si se quiere crecer y disminuir la inequidad en el reparto de su riqueza se debe "evitar seguir las políticas públicas que impone el Fondo Monetario Internacional (FMI) a los países en vías de desarrollo". El catedrático estadounidense y ex presidente del Consejo de Asesores Económicos de Clinton, sostiene que el fenómeno de la globalización ha resultado en mayores beneficios a la población con más ingresos. Stiglitz, autor de libros de referencia en economía traducidos a 35 idiomas, no tiene piedad en criticar los mecanismos globalizadores aplicados por los "fondomonetaristas". Para este economista no puede haber oportunidad de desarrollo sin igualdad.
En esta fractura (desigualdad, explotación o como quiera llamársele) se hallan las raíces de la insubordinación electoral de América Latina, donde los "duros" de la región (Venezuela, Cuba y Bolivia) son especialmente críticos con EE.UU. Y aunque nadie dice que puedan alcanzar la estabilidad política y el desarrollo, han ganado espacios democráticos, se oponen a los TLC a ultranzas, redefinen el destino de sus excedentes exportadores y enfrentan las inversiones extranjeras con "integración regional", especialmente energética. En el campo diplomático estos nuevos dirigentes no dudan en buscar alianzas con socios "no tradicionales" (China, Rusia y países árabes) y debilitan los foros de los ejes económicos (Europa y Estados Unidos) para hacer fracasar las pretensiones hegemónicas a favor de la integración sudamericana.
La rebelión en las urnas de América Latina no es la fórmula para el desarrollo, sino la respuesta de "contención" política de las masas a las fracasadas reformas económicas de los 90.

viernes, 17 de noviembre de 2006

La risa y fiestas, terapia nacional

EN PANAMA roban y asesinan a plena luz del día. Siguen los muertos por las medicinas envenenadas de la CSS. Los espacios públicos están amenazados por los buses. Los policías hacen lo que pueden: poco, nada y tarde. La histeria colectiva se apodera de la gente y algunos no dudan lanzarse por la ventana ante una simple alarma. Ya nada es la excepción sino la norma general en la que los panameños conducen su vida cotidiana.
Mientras tanto la opinión pública se radicaliza, pues no halla una salida. ¿Qué hacer entonces? Algunos han hallado una repuesta para seguir viviendo: organizan sus fiestas como terapia nacional para esperar que el año negro termine. Los más entusiastas (desde alcaldes hasta quinceañeras) pasan buena parte de su tiempo dedicados a organizar fiestas de toda naturaleza. Las excusas no faltan. Van encadenadas a las tradiciones nacionales: conmemoraciones religiosas, muertes de ex presidentes, fechas de independencias (aquí nos las arreglamos para tener hasta dos), reinados que nunca faltan, homenajes a la madre, el estudiante, la Navidad, las ferias de las flores, del café... hasta de la naranja. Son fiestas animadas con música y galones de licor.

No en vano, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), tenemos el dudoso honor de ocupar –con Centroamérica- el índice de mayor ingesta de consumo de alcohol en la región. Las empresas de licor producen 160 millones de litros de bebidas alcohólicas. Es un gran negocio. No importa las graves secuelas que deja en la salud, la productividad laboral o la seguridad vehicular. Tan sólo este año, entre enero y agosto, las ventas aumentaron un 6.5 % . Las bebidas que más "beneficio" reportaron a los productores (uno de ellos metido a político) fueron la cerveza y la ginebra, seguidos por el seco y el ron. Pero lejos de lo que pueda parecer, se trata de un negocio sobrio y serio, dirigido por exitosos empresarios a quienes la bebida les reporta millones de dólares de beneficios.
Pareciera que los panameños se divierten a pesar de que el país sigue acosado por la corrupción, la violencia y la indolencia burocrática. Y quien no sepa divertirse es irremediablemente sospechoso (de parte del Ejecutivo) de estar individualistamente sumergido en sus tristezas interiores, pues no han sabido reconocer el optimismo de la clase gobernante "felicísima" por la ampliación del Canal y por los rascacielos con los que quieren llegar al cielo. Quizá por eso Panamá sea el quinto país del mundo (entre 178 naciones evaluadas) donde sus habitantes son más felices.
Esta macondiana realidad debe ser comprendida a la luz de los acontecimientos que estamos viviendo. ¿Acaso la diversión o la risa son contradictorios a los problemas? Por el contrario, son dos caras de la misma moneda. Es más, muchos la promueven pues la han convertido en una terapia curativa. Freud estudió el tema y atribuyó a la risa el poder de liberar las energías negativas. China e India poseen templos consagrados para reír. En España hay una ONG, "Payasos sin fronteras" (inspirado en la vida de Patch Adams), que aplica la risoterapia en los hospitales.
El sentido de humor y la chanza política de Michael Moore contra la paranoias de Bush en Irak son ya leyendas mundiales. Su irreverencia contra los poderes fácticos y sus mordaces críticas contra los inquilinos de la Casa Blanca son las armas empleadas por Moore para herir a los políticos. El tema ha sido tratado también en la literatura. La novela "La broma", de Milán Kundera, fue una auténtica "bomba cultural" contra el sistema imperante en Praga (1967) cuando apareció. Kundera pagó su "broma" con el exilio.
Así pues, la felicidad ya no es sólo cosa de tontos, ahora es un asunto político y de supervivencia nacional. Se ha convertido en el antídoto contra las secuelas que ha dejado el Síndrome de Insuficiencia Renal. Es la terapia del pueblo para aliviar el dolor y neutralizar los "efectos secundarios" que nos producen los problemas del país. Como van las cosas en Panamá habrá que reír más y festejar para sobrevivir. Los especialistas recomiendan cinco minutos de carcajada al día: equivalen a 45 minutos de ejercicio, se mueven 400 músculos del cuerpo, se activa el sistema inmunológico y se oxigenan los tejidos.
Y gracias a la conspiración chistológica, ya común entre los panameños, podemos reírnos del malestar que nos produce el Gobierno, la CSS y el transporte. Después de todo, los políticos panameños nos dan mucho más risa que rabia.

jueves, 2 de noviembre de 2006

América Latina mucho más armada

AUNQUE LOS conflictos en la región han desaparecido paulatinamente, con excepción de Colombia, los presupuestos de las Fuerzas Armadas latinoamericanas están incrementándose. Los datos son contundentes: en el 2005 los gastos militares en América Latina aumentaron 7.2 %, especialmente bajo el impulso de Chile, Brasil y Colombia que totalizaron las tres cuartas partes de los gastos de defensa.
La Red de Seguridad y Defensa de América Latina (Redsal), indicó que, en el 2005, el gasto militar representó el 1.5 % del PIB. El rearme está en marcha y las razones que han dado es para "enfrentar viejas y nuevas amenazas", reales o inventadas, pero con que los gobiernos del hemisferio justifican sus parasitarios presupuestos de guerra en tiempos de paz. Sobre este anacronismo, el Centro para la Paz de la Fundación Arias (Costa Rica), Amnistía Internacional y el Instituto Internacional de Investigación para la Paz (SIPRE) de Suecia, han dado la voz de alarma: se trata de un gigantesco negocio internacional.
El comercio de armas creció un 34 por ciento respecto al año anterior. Estados Unidos realizó el 80 % del gasto militar a nivel mundial. Chile, la nación latinoamericana que más compró. Rusia y Estados Unidos los países que más armas vendieron. Y China la que "peor vende", ya que, según Amnistía Internacional, lo hace de manera irresponsable (exporta más de mil millones de armas al año), es decir, comercia al margen de acuerdos multilaterales. En este contexto, la tendencia de las exportaciones de armamento es -definitivamente- al alza: registró un volumen de unos 53 mil millones de dólares el año pasado.
Según el SIPRI, Chile fue el país de América Latina y el Caribe que más invirtió en armas. El informe explica que los gastos militares de Chile crecieron gracias al aumento de los ingresos procedentes del cobre, que han ayudado a las fuerzas armadas a financiar el programa de modernización militar en marcha, el cual prevé que esta nación pueda ser, en el 2010, el primero en la región en poseer fuerzas armadas equiparables a las de la OTAN. El rearme chileno, una de las naciones más interesados en la ampliación del canal, y no sólo por su valor comercial, sino por su importancia estratégica para su marina de guerra, es una actividad absolutamente legal. Posee leyes que le permiten a las fuerzas armadas utilizar el 10 % del producto de las exportaciones del cobre para armamentos.
Otra nación que se rearma a pasos agigantados, aprovechando las bonanzas de su principal producto de exportación (petróleo) es Venezuela. Es el tercer país de la región que más aumentó el presupuesto de sus Fuerzas Armadas. Según un informe del International Institute for Strategic Studies (IISS), Venezuela invirtió el año pasado 2, 758 mdd en armas, la mayoría compradas a Rusia. Pero los militares venezolanos no limitan sus planes de expansión a su territorio. Recientemente firmaron una alianza militar con Bolivia que supone la creación de 20 bases en todas las fronteras bolivianas con sus vecinos latinoamericanos. ¿Para qué se están re-armando los tristemente célebres militares latinoamericanos? Suscita suspicacia la respuesta.
La redefinición del papel de las Fuerzas Armadas latinoamericanas se da en medio de la reorganización del aparato de seguridad nacional norteamericano que apunta a un directo control de la diplomacia de guerra en la región. Hay indicios que Washington consolida su agenda hemisférica cada vez más en el Pentágono y el Comando Sur.
En Panamá, algunos analistas destacaron (Jorge Illueca, Betty Branan y Julio Yao) la visita que hiciera a nuestro país el Secretario de Estado norteamericano, Donald Rumsfeld. Los objetivos no fueron claros, pera según varias opiniones, se busca fortalecer a la policía, especialmente en Panamá y Costa Rica -eliminaron sus ejércitos constitucionalmente- mediante la "re-militarización de las tradicionales tareas policiales".
Estados Unidos ha expresado interés en modificar la Junta Interamericana de Defensa de la OEA para que deje de ser un organismo asesor y sea más "operativo". Quizá el mejor escenario para ensayar esta tesis podría ser nuestra "bien armada" Colombia y su mejor vocero el presidente Álvaro Uribe. Pero el Plan Colombia no ha logrado vencer el narcotráfico, pues es el único negocio de los colombianos que sigue ocupando el primer lugar en el mundo. El dilema de América Latina es que no se entera que el único enemigo real que tiene es la brutal pobreza que nos amenaza. ¿Acaso están planeando dispararle al hambre para vencerla?

miércoles, 25 de octubre de 2006

Homo Nauta

El largo camino recorrido por la humanidad desde las cavernas hasta la aldea global planetaria, se ha sustentado en las rutas de los océanos. Dejando a un lado las clásicas fábulas sacerdotales sobre el origen del hombre, fue gracias a la luz solar que surgió en el seno de los mares, hace millones de años, el primer eslabón de vida. A partir de entonces, se multiplicaron las especies, los animales terrestres y marinos, y mediante un equilibrio misterioso de intercambios de energía se garantiza la evolución hacia el futuro. No se equivocan quienes afirman que el mar ha impulsado -a través de los tiempos- la expansión del hombre. Pero..., muchos siglos después, surgió en la víspera del referéndum, la aparición de nuevas y extrañas formas de vida: los "homo nauta" panameños. Son personas que practican con fe casi religiosa el determinismo oceanográfico del país para convencernos que la ruta entre los océanos (Pacífico y Atlántico); es decir, el Canal de Panamá, es casi la única fórmula prometedora para apostar por el futuro y acelerar el progreso. En muchas cosas tienen razón. El 98% del agua del planeta se encuentra en los océanos, y en ellas están presentes una infinita diversidad de substancias de vida. Los mares, es cierto también, representan la mayor riqueza del planeta, no sólo por su valor para la navegación mundial y el desarrollo de las civilizaciones desde la época de los egipcios, fenicios, griegos y chinos, hace ya mucho miles de años, sino por su valor actual debido a la biodiversidad y capacidad de autogeneración para la vida humana.

Pero no creo que haya sido la conciencia ecológica el motivo que animó a los que apostaron con gran vehemencia por el mejoramiento de la ruta canalera. Realmente antes de la aparición de los "homo nauta" panameños, debe estar en algún lugar el eslabón perdido que nos explique algunas de las importantes incógnitas que han quedado sin resolver. Quizá el tiempo lo dirá y la historia lo verificará.

Aunque en las últimas décadas ha crecido razonablemente nuestra conciencia oceánica, y hemos fortalecido con éxito nuestra responsabilidad para administrar el Canal, fue el perfeccionamiento de la navegación mundial, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, lo que nos colocó al borde de nuevos desafíos: el costo y la velocidad de los cambios tecnológicos navales y el crecimiento exponencial del transporte de mercancías y recursos (petróleo, minerales, armamentos, etcétera) para atender los apetitos comerciales de las grandes urbes del planeta, todo ello enfrentado la conciencia ambiental.

En medio de este devenir histórico fueron surgiendo lentamente los "homo nautas" en Panamá, y que pretenden ahora regentar el país como una industria marítima se tratase. Queda pendiente y sin resolver el Plan Nacional de Desarrollo. ¿Dónde está? ¿Será acaso el eslabón perdido?

Mientras tanto han salido a flote las singularidades y las contradicciones del país: una nación que si bien que no tiene barcos, posee la mayor flota mercante del mundo. Tenemos dos océanos a la vuelta de la esquina, pero son las lluvias y los ríos los que riegan nuestros bosques y los prados que nos alimentan. Sin tradición marina, todos los navegantes del mundo nos visitan. Y a pesar de que más del 50% de la población vive en el campo y dependen de la tierra, los periodistas españoles persisten en llamarnos "el país del Canal. Y ahora, con la ampliación de la ruta canalera, tras el intenso debate sobre la ampliación, y en tan sólo seis meses hemos dado un salto (sobresalto más bien) en la evolución de los panameños: del "homo sapiens" al "homo nauta". En el medio hemos quedado el resto de los ciudadanos. La explicación del origen de esta especie evolutiva de los panameños ha sido el atractivo económico de la propuesta de la ampliación. Pero la realización de este ambicioso proyecto de ingeniería, el cual será posible no sólo por la conjunción de las nuevas tecnologías, los presupuesto bien manejados y la estricta observancia de todas las ideas, dependerá también de que sepamos armonizar el progreso científico-técnico de la industria marítima con la naturaleza. Seguramente una apuesta en esta doble dirección por parte de los que toman las decisiones políticas nacionales, se pueda convertir en un espectacular oportunidad de desarrollo. Lo contrario sería ahogarnos literalmente en el intento.

martes, 10 de octubre de 2006

La circunspecta actitud de los funcionarios

Itzel Velásquez
ARTICULO DE OPINIÓN
Octubre 2006

Los dramas sociales que estamos viviendo (salud y transporte) están estrechamente entrelazados con el clásico espectáculo de la política panameña, y en ese escenario de ilusiones sociales, la responsabilidad de los funcionarios ante la opinión pública se ha convertido en un auténtico vodevil político: un gran lío lleno de enredos y embustes.

La comedia pasa sus “mejores” capítulos durante las conferencias de prensa y los paneles de opinión de los canales de televisión, donde –especialmente en estas últimas semanas- ocupan interminables horas de la programación diaria. Allí los grandilocuentes personajes de esta comedia nacional, actores de pasadas y presentes administraciones, interpretan sus diversos papeles y tratan de impresionarnos con increíbles explicaciones sobre las razones de lo ocurrido.

Sin orden ni concierto salen sucesivamente a escena el Ministro de Salud, Camilo Alleyne, el director de la Caja del Seguro Social, René Luciani, los ex-directores de la CSS (Jované y Martinelli), y un sinnúmero de especialistas y jefes de departamentos haciendo sus “pininos” ante los medios. Algunos canales han desempolvado también a una gran cantidad de ex-funcionarios del Ministerio de Gobierno que creíamos haber olvidado. Entre ellos, Juan Chevalier y Mariela Sagel, ambos dando sus respectivas recomendaciones sobre lo que habría que hacer, hoy por supuesto. Sugerencias que se mezclan con las que están haciendo los actuales directivos del transporte público junto a los transportistas (cuesta distinguirlos).

Sin embargo, a pesar de las abundantes explicaciones que han dado, nadie entiende las decisiones que se acuerdan entre el gobierno y los transportistas. Nunca la hemos comprendido. Menos ahora. Porque los conductores de buses han ignorado siempre las normas de seguridad e incumplidos toda la vida los acuerdos. Como quedó demostrado ese lunes fatal cuando, uno de ellos, desoyó los gritos de sus sufridos pasajeros y su impericia originó que se calcinaran a fuego vivo 18 panameños. Por fortuna los periodistas grabaron el dantesco espectáculo y filmaron la historia que estremeció a la nación entera. ¿Alguien se arrepintió o pidió perdón? Nadie.

La historia sigue: los transportistas son los únicos que protestan (sigo sin entender) y crean el caos en la calles, pues es su especialidad. Inmediatamente el gobierno les crea una comisión y el Ministerio de Gobierno les ofrece 30 días para in-“cumplir” la ley. Supuestamente deben tomar este excepcional tiempo para emplearlo en pagar boletas, sacar licencias de conducir, arreglar sus buses, cambiar las llantas, sacar cédulas, bautizarse y confesarse, supongo yo. Mientras tanto los transportistas acusan a los periodistas de ser los “culpables” de sus males y siguen cerrando calles y dejan a miles de personas sin transporte. ¡Ah!, lo olvidaba: algunos sí salieron a trabajar, pero cobraron los que les dio la real gana.

Este monumental lío lo planeó algún funcionario. “¡Zaz!”, diría Mafalda, pues todos los funcionarios, no importa su rango, se comportan como grandes especialistas... en nada. Lo único que han expresado es la típica DIS-“culpa” nacional: “Yo no fui”. Y mientras nos hablan gélidamente nos preguntamos: “Pero, estabas (estuviste) allí, y ¿qué hiciste?”. “Nada”, respondemos entonces nosotros en mortal silencio.

De esta manera los altos funcionarios del gobierno intentan desarmarnos la rabia que sentimos con aires circunspectos y distinguida ecuanimidad. Pero, ¿quién les cree? Acaso no se enteran que la sociedad está al borde del “hartazgo nacional”, debido a la impunidad que reina en el país donde no hay culpables ni responsables.

Durante estas largas y trágicas semanas, el gobierno ha decretado varias comisiones (¡¿más?!) y dos días de duelo nacional. Me pregunto: ¿Bastarán dos días para terminar con el dolor y las muertes de los panameños humildes? Supongo que se trata de una operación política e intelectual de siniestros asesores gubernamentales y con el que pretenden homologar el sufrimiento del pueblo con sus victimarios. Pero esta inmoral impostura no es posible. No para los que tienen conciencia.

Lo más grave del comportamiento de los funcionarios, las altas autoridades, los transportistas y los negociantes que lucran con la muerte de los indefensos panameños, es que actúan con absoluta impunidad, al margen de la ley y como si se tratase de una macabra pieza de vodevil que responde a un guión prefabricado por un experto en ocultamientos oficiales y que, antes de salir a escena, les dice: “Pasen y mientan”.

Una peligrosa práctica que se ha utilizado en varias sociedades totalitarias, entre ellas la Alemania nazi de Goebbels. Por lo que el surgimiento de estas fórmulas “neo-goebbeliana” en Panamá, es una consecuencia directa de la falta de eficacia, la indiferencia y la incompetencia de muchos funcionarios para administrar las instituciones y los intereses ciudadanos en uno de los peores momentos de la historia del país.

lunes, 11 de septiembre de 2006

Verdades y mentiras del 11/S

EL SIMPLE hecho que, cinco años después de aquel fatídico día del 11/S, el gobierno del presidente George Bush siga en guerra, no contra Al Quaeda, sino en Irak, demuestra la primera de las mentiras de la Casa Blanca y que han sido descifradas: "Las armas de destrucción masiva" fue sólo un pretexto inventado por Bush para justificar la guerra y para controlar los mercados petroleros. La invasión a Afganistán y el derrocamiento de los Talibanes es hoy parte de la historia militar que nos dejó únicamente impreso en nuestra memoria el rostro del hombre más buscado en el mundo: Osama Bin Laden, responsable del ataque a la Torres Gemelas y el Pentágono, y que sigue libre y campante en Afganistán o Paquistán.
A partir de allí, el balance arroja varias verdades: las campañas a favor de la guerra no han dado resultado entre los estadounidenses, pues hoy más del 64 % de ellos están en contra. Han muerto unos 2 mil 637 soldados estadounidenses en Irak según el Pentágono, pero decenas de miles de iraquíes, la mayoría civiles. Hussein sigue vivo y burlando la justicia. Otra verdad: EE.UU. realizó el 80 % del gasto militar en el mundo, que el año pasado alcanzó el récord histórico de llegar a un billón 118 mil mdd, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz (SIPRI), con sede en Estocolmo. O sea, la guerra resultó un buen negocio para los que lucran con la muerte. Otra verdad es el aumento del precio del crudo y que reportó exorbitantes ganancias a las comercializadoras estadounidense. Al final nos preguntamos sobre los conflictos en Oriente Medio: ¿El petróleo, quién lo tiene y "quién" lo quiere?
Bush está a la baja en las encuestas por sus constantes contradicciones y extralimitaciones jurídicas productos de esta guerra. Una prueba fue el reconocimiento del mandatario estadounidense, el 7 de septiembre, de que existen cárceles secretas de la CIA en el extranjero y que los métodos empleados en los interrogatorios a los sospechosos de terrorismo fueron "duros, seguros, legales y necesarios" afirmó. Esta noticia había sido publicada por el New York Times en junio y precipitó el enfrentamiento entre Bush y el poderoso rotativo.
Nos guste o no, la paz y la seguridad internacional no están mejor pues tenemos más enemigos y más odios contra Occidente. La guerra contra el terrorismo se endurece principalmente en los aeropuertos, e irónicamente se han reducido las libertades individuales. Nadie puede prever lo que Bush hará en el futuro, pero sus contrarios anticipan que "nunca ganará la guerra contra el terrorismo en Irak".

domingo, 16 de julio de 2006

Hasta el último voto

MILLONES SALIERON a votar el domingo 2 de julio, en México, con la novedad que, esta vez, hasta el último voto iba a ser contado pues se preveía que iba a ser una reñida elección presidencial. Y así ha sido. Se trató de un virtual "empate técnico" entre Felipe Calderón, el candidato del Partido Acción Nacional (PAN), y Manuel López Obrador, del PRD, explicaron algunos analistas mexicanos en lenguaje mundialista. Y como ocurre en el fútbol, en las elecciones no importa quién sea el mejor, lo único que cuenta son los votos (o goles) para ganar.
Pocos pudieron prever el estrechísimo margen que le dio la victoria al candidato panista, resultados que los perredistas han decidido impugnar. "Hay suficientes problemas que ameritan un recuento total", opinó el New York Times en su editorial del 7 de julio. Para este influyente diario -que niega la posibilidad de un fraude-, las autoridades mexicanas deberían facilitar el recuento para asegurar a las dos terceras partes del electorado que no votó por Calderón, que las elecciones fueron imparciales. Y exhortó a López Obrador a no incitar protestas masivas, "..aunque no le guste el resultado".
Es una historia demasiado reciente para ser explicada aquí y ahora, pues los efectos de las elecciones no terminan aún. Lo que quedó claro es que los mexicanos están divididos. Y lo que hizo el Instituto Federal Electoral, no exento de algunos tropiezos y sospechas, fue corroborar en las urnas lo que decenas de analistas e intelectuales comprometidos con su país -y que en México abundan-, como Elena Poniatowska, Jorge Castañeda y tantos otros, habían venido advirtiendo a través de sus intervenciones: en México hay dos pueblos que se disputaban el poder. El escritor mexicano Carlos Fuentes fue más preciso cuándo dijo, en una entrevista de Nathan Gardel y publicada en el diario El Mercurio, que "..el país puede mostrar su verdadera cara: la mitad es de izquierda, la otra mitad es de derecha". Fuentes agregó que "Calderón ahora tiene que convencer a la mitad del país, que votó en contra, para que lo deje gobernar".
O sea, convencer a una mitad desencantada con la derrota de López Obrador, y que una vez pase la impugnación, tendrá que aceptar los resultados. Pero, ¿hasta cuándo?, es la pregunta del momento. Ya que entre el México del norte y el del sur hay una brecha que late con fuerza y emerge cada cierto tiempo con violencia.
Ese México -especialmente el del sur indígena excluido y empobrecido- es la cara oculta que muchos se resisten a ver, pues se acostumbraron a que el PRI la ignorara, mientras "aseguraba" fraudulentamente la impostura de la unidad política del pueblo mexicano.
La realidad mexicana es algo más que una crónica de viajes a pueblos encantados, colosales pirámides y bellos murales. Es una brutal contradicción entre dos visiones de país que se mueven angustiosamente entre el remoto pasado y el pujante futuro. Es un México en caos permanente debido a sus inacabables reservas utópicas y sus limitaciones presentes, su farsa institucional, sus llagas económicas, sus amuralladas y vigiladas fronteras, su injusticia social y su grandeza histórica, plagada de totalitarismos, generosidades y estereotipos políticos. Un pueblo que practica como nadie en Latinoamérica su profunda fe religiosa, con sus dioses, héroes y mitos.
El país azteca es también el del norte: el segundo socio comercial de Estados Unidos, con intercambios comerciales valorados en 700 millones de dólares diarios, un Tratado de Libre Comercio (TLC), 3 mil 200 kilómetros de frontera común, y donde dos terceras partes de los hispanos en dicho país, son de origen mexicano.
En el 2005, los inmigrantes (que por primera vez votaron desde el extranjero) enviaron desde EU a México 20 mil millones de dólares, el segundo ingreso después del petróleo. Según un reporte del consorcio español BBVA, "La inmigración guarda una relación positiva con el ciclo económico de Estados Unidos..." indicó. Lo mismo dijo, en febrero de 2003, ante el Senado norteamericano el ex director del Banco de la Reserva Federal, Alan Greenspan: la inmigración "compensa la escasez de trabajadores".
Washington tenía sus obvias preferencias por el continuismo. Y, según Andrew Selee, director del Instituto México-EU del Wilson Center, lo que realmente le importa es "un país con estabilidad económica y un gobierno influyente" en el hemisferio. En EU lo tienen claro: necesitan que México continúe siendo un aliado fuerte en un continente que, aunque estrena gobiernos legítimamente democráticos, se muestran cada vez menos sumisos.
La legitimidad pública es lo que está en juego. Al presidente electo le conviene que se vuelva a contar hasta el último voto en México para gobernar con tranquilidad los próximos seis años. Pues, de un padrón electoral integrado por 71 millones de potenciales electores, sólo 15 millones votaron por él. Es una presión social y política más que jurídica. Además, Calderón tendrá que atender los reclamos de esa mitad del pueblo mexicano que suele estar oculto a los ojos pragmáticos de los que suelen gobernar en Los Pinos, pero que emerge cada cierto tiempo para votar y hacerse escuchar. Es un pueblo que no va a desaparecer después de los reñidos comicios.

viernes, 30 de junio de 2006

¿Qué hacer para no parecer terrorista?

Artículo de Opinión
Itzel Velásquez

Julio 2006

Me resulta imposible creer que este tipo de pregunta no haya inquietado profundamente el ánimo de cientos de miles de personas que en estos días vieron como la policía británica abaleara “por error” al brasileño Jean Charles de Menezes, a quien confundieron como terrorista en una estación de Metro en Londres.

El delito de Menezes fue, en primer lugar, parecer suramericano, árabe quizá, y es que los del tercer mundo nos parecemos tanto. En segundo lugar, se trataba de un electricista -un oficio peligroso para la policía londinense-, ya que según la prensa británica colgaban de su chaqueta un cable y alarmantes herramientas como destornilladores de alta tensión, supongo yo.

Es más, como Estados Unidos e Inglaterra se han dedicado a cultivar el “miedo blanco”, no importa la solidaridad que nos inspire siempre condenar los actos de barbarie contra la población civil indefensa, sean británicos o musulmanes, el brasileño Meneses se habrá asustado de sus perseguidores –la policía británica que lo perseguía iba vestida de civil- y, quizá, habrá pensado que podrían ser terroristas camuflados de ingleses.

Que enredo nacional ha generado la psicosis terrorista en un país donde el M-16 y Scotland Yard han hecho circular el “perfil del atacante” y el cual –suponen- se esconde entre los bolsones de la población inmigrante en la capital inglesa. “Londonistán” es, según la prensa internacional, la denominación siniestra con la que los “expertos en terrorismo islámico” han bautizado a estos barrios.

Pero el asunto no es una broma. Pues a pesar de las diplomáticas excusas de Tony Blair, cuando te balean por confusión en Londres, en medio de una guerra que ellos mismos se inventaron, la cosa no da risa. A mi mucho menos pues tengo una hija trabajando allí, y como es panameña, luce una larga cabellera negra y suele llevar gruesas carteras colgadas al hombro. Hoy pienso que está viviendo en zona de alto riesgo.

Por lo demás estos sucesos pueden volver a repetirse debido a que la historia contra el terrorismo de Gran Bretaña está repleta de confusiones de esta naturaleza. Y donde las víctimas han sido sus propios ciudadanos, ya sean estos ingleses o irlandeses.

Sin embargo, por lo que nos toca por estos días, me gustaría que la policía londinense, que anda tras la pista de cualquier sospechoso de ser terrorista, nos dejaran saber qué tenemos que hacer los simples mortales para que no nos confundan.

Se me ocurre que lo más seguro sería saber hablar inglés, vivir en los alrededores del Palacio de Buckingham, medir un metro ochenta, tener los ojos azules y la nariz de Nicole Kidman. Pienso también que es preferible ejercer de abogado que de electricista, no usar zapatillas y, mucho menos, ser carpintero -como Cristo-, ni mochilero ni nada que se le parezca.

No vendría mal asegurarnos también andar siempre bien vestido. Llevar un Armani sería lo más indicado para estos tiempos de miedo blanco, pues comprenderán que nadie está pensando en los miedos de los familiares de los más de 25 mil civiles iraquíes fallecidos en Irak en esta última guerra.

Pero desde luego la cosa no termina allí. Yo sugeriría andar en “buena compañía”, es decir, no tener amigos negros, mestizos o chinos, como los que aparecen en las fotos de Benetton. Mucho menos ser bajito, feo y del tercer mundo.

Un rezo no vendría mal, pero cuidado de encomendarse a Cristo, que según las Escrituras, el mismísimo Vaticano y la prestigiosa Oxford, era oriundo de Palestina, un sitio señalado como altamente peligroso por ser cuna de revoltosos, revolucionarios y terroristas. Así pensaron los romanos de entonces, y así piensan los ingleses de ahora. Y aunque los Testamentos no lo describen tal como lo idealizaron los pintores occidentales, seguramente este hijo de carpintero era de estatura normal, de cabellos largos, barba y poblado bigote, calzaba sandalias y llevaría de vestimenta dos túnicas. Estoy hablando del Hijo de Dios, no se confundan ustedes también. Es decir, se trataría de una persona normal que sudaba lo suyo para ganarse la vida como el brasileño Menezes.

A los policías de Londres habría que refrescarle la memoria y obligarlos a llevar consigo -antes de disparar cinco tiros a quemarropa- una foto de las caras de los habitantes del resto del mundo. Y una de Cristo también, por si ya lo olvidaron. Pero no la que idealizó Dalí en su cuadro de La Última Cena, que lo pintó de rubio y ojos azules ignorando olímpicamente la historia universal.